LA CENA DEL ELEFANTE Y DEL RATÓN.
Ésta es la historia de Teo y Tito, un elefante y un ratón que eran muy buenos amigos. Sí, exactamente como lo escucharon; en una época, los ratones y los elefantes jugaban y se divertían juntos, hasta que un día ocurrió lo que les voy a contar.
Una mañana, Teo el elefante, se sintió muy aburrido y pensó que podía hacerle una broma a su amigo Tito. Lo llamó por teléfono y lo invitó a cenar.
El ratón aceptó gustoso y le pidió que le cocinara una exquisita tarta de queso.
Al banquete estuvieron invitados, también, un mono, un león y la jirafa Carola
El elefante puso en la mesa unos platos enormes y empezó a servir la comida. Para el león, un bife de costilla; para el mono, un panqueque de banana; para la jirafa, una ezquisita ensalada verde y para Tito, la tarta de queso que habia pedido.
Todos comenzaron a comer y estaban tan entusiasmados que no se dieron cuenta de que el ratón no pudo probar bocado.
-¿Qué te pasa, Tito? ¿No te gusta la comida?- le preguntó el elefante riéndose.
-Sí, ¡me encanta! - le respondió-, pero el plato es tan hondo que tengo miedo de caerme adentro y después no poder salir.
-¡Jajaja! Entonces el día que crezcas podés venir otra vez -se burló.
Los demás animalitos, al escucharlo, se imaginaron al ratón nadando en una tarta de queso y empezaron a reirse a carcajadas.
Esa noche, Tito se fue muy triste, por un lado porque se quedó sin cenar y, por otro, porque su amigo lo había ofendido.
A la mañana siguiente, todavía muy enojado, el ratón decidió que le devolvería la broma e invitó a cenar a su casa al elefante y al resto de los animales.
Cuando todos llegaron, sirvió la mesa y la comida. Un bife para el león, un panqueque para el mono, la ensalada de Carola y una tarta de maní para el elefante, pero esta vez el plato era tan chiquito que cada vez que Teo trataba de comer el bocado, se le quedaba pegado a la trompa.
-¿Qué te pasa, Teo? ¿No te gusta la comida?- preguntó irónico el ratón.
-Sí, ¡me encanta!- le respondió-, pero el plato es muy pequeño para mi enorme trompa.
-¡Claro! Debe ser muy difícil comer con esa aspiradora- le respondió Tito.
Los demás animales, al escucharlos, empezaron a reírse acarcajadas.
Teo, al darse cuenta de lo que ocurría, se enojó tanto que nunca más volvió a hablarle a Tito, y hasta el día de hoy no volvieron a dirigirse la palabra.
Desde entonces, los elefantes y los ratones dejaron de disfrutar de una hermosa amistad y siguen enojados por esas tontas burlas.
En este blog quiero exponer cosas que sean útiles para todos los que nos dedicamos a la hermosa tarea de educar. Acepto comentarios y opiniones, siempre y cuando sean constructivas, que me sirvan a mi y a todo aquel que visite este Blog.
lunes, 28 de junio de 2010
La rana, la trucha y el cangrajo.
Hace ya muchísimo tiempo, en lo más profundo de la selva de la Isla de Bioko, había un pequeño riachuelo que transcurría por una zona montañosa de difícil acceso. Allí se habia formado un pequeño lago donde vivían felices un grupo de cangrejos, otro de truchas y otro de ranas.
Una mañana bajó hasta el lugar un conocido pescador que habitaba en un pueblo cercano. El hombre, provisto de una caña, se quedó sentado durante varias horas intentando pescar algo para comer. Los días fueron transcurriendo y esta escena se repitió una y otra vez.
Algunos animales, viendo el peligro que los acechaba, se reunieron a buscar una solución.
-¡ Corremos un serio peligro; ese pescador nos exterminará y tenemos que defendernos antes de que eso ocurra!- dijo una de las ranas.
-¡ Yo soy la que menos riesgo corre, con dos o tres aletazos, desaparezco de la vista de quien sea. Así que no tengo por qué preocuparme!- Le respondió la trucha con cara de indiferencia.
-¡ Yo tampoco tengo que preocuparme, me meto entre las rocas y no me alcanza nadie!- continuó el cangrejo.
Al oír estas palabras, la rana se alejó triste y pensó:
-Soy la única que debe subir de vez en cuando a la superficie, y si no quiero correr riesgos, tendré que encontrar yo misma una solución.
Y en pocas horas se decidió, salió del lago y partió en busca del mago de las montañas para contarle su problema.
Éste, después de escucharla, le ofroció un ungüento viscoso para que se untara ella y los suyos.
La rana regresó, compartió con sus compañeras el ungüento del mago y se quedaron esperando a que el pescador regresara. A la mañana siguiente, el pescador apareció nuevamente pero esta vez estaba provisto de una red y, al lanzarla, pescó tantas truchas copmo cangrejos y ranas.
Cuando el hombre se dispuso a tomar sus presas para introducirlasd en un cesto que llevaba, cada vez que tomaba una rana, se le escurría entre los dedos y ésta volvía al lago. Desde entonces, las ranas croan loando la astucia de su compañera y siempre llevan el ungüento untado en su piel.
MORALEJA: Debemos intentar resolver nuestros problemas y no cruzarnos de brazos ante lo que venga.
SUGERENCIA DE ACTIVIDADES.
Una mañana bajó hasta el lugar un conocido pescador que habitaba en un pueblo cercano. El hombre, provisto de una caña, se quedó sentado durante varias horas intentando pescar algo para comer. Los días fueron transcurriendo y esta escena se repitió una y otra vez.
Algunos animales, viendo el peligro que los acechaba, se reunieron a buscar una solución.
-¡ Corremos un serio peligro; ese pescador nos exterminará y tenemos que defendernos antes de que eso ocurra!- dijo una de las ranas.
-¡ Yo soy la que menos riesgo corre, con dos o tres aletazos, desaparezco de la vista de quien sea. Así que no tengo por qué preocuparme!- Le respondió la trucha con cara de indiferencia.
-¡ Yo tampoco tengo que preocuparme, me meto entre las rocas y no me alcanza nadie!- continuó el cangrejo.
Al oír estas palabras, la rana se alejó triste y pensó:
-Soy la única que debe subir de vez en cuando a la superficie, y si no quiero correr riesgos, tendré que encontrar yo misma una solución.
Y en pocas horas se decidió, salió del lago y partió en busca del mago de las montañas para contarle su problema.
Éste, después de escucharla, le ofroció un ungüento viscoso para que se untara ella y los suyos.
La rana regresó, compartió con sus compañeras el ungüento del mago y se quedaron esperando a que el pescador regresara. A la mañana siguiente, el pescador apareció nuevamente pero esta vez estaba provisto de una red y, al lanzarla, pescó tantas truchas copmo cangrejos y ranas.
Cuando el hombre se dispuso a tomar sus presas para introducirlasd en un cesto que llevaba, cada vez que tomaba una rana, se le escurría entre los dedos y ésta volvía al lago. Desde entonces, las ranas croan loando la astucia de su compañera y siempre llevan el ungüento untado en su piel.
MORALEJA: Debemos intentar resolver nuestros problemas y no cruzarnos de brazos ante lo que venga.
SUGERENCIA DE ACTIVIDADES.
- Leer el cuento "La rana, la trucha y el cangrejo".
- Conversar acerca de lo leido.
- Responde:
- ¿En qué lugar transcurre esta historia?
- ¿Quiénes vivían en el lago?
- ¿Qué problema surgió en ese lugar?
- ¿Cuál fuie la reacción de la rana? ¿Y la de las truchas y los cangrejos?
- ¿Cuál fue la solución que encontró la rana?
- ¿Cómo termina el cuento?
- ¿Estás de acuerdo con la enseñanza que deja el cuento?
martes, 22 de junio de 2010
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